martes, 28 de septiembre de 2010

2046

“Una vez me enamoré, pero ella me dejó. Fui a 2046, pensé que quizás estaría esperándome ahí. Pero no la encontré ¿Me amaba? Nunca lo averigüé. Quizás no debía saberlo. No puedo dejar de preguntarme si me amaba. (...)
-Quizás la respuesta es un secreto que nadie debía saber (...)
-Lentamente comencé a dudarlo. Tal vez la razón por la que no contestaba no era que sus reacciones fueran retrasadas, sino que simplemente ella no me amaba (...)
-Necesito verte. Si sigues pensando que no debemos estar juntos, dímelo con franqueza.
Ese día, hace seis años, un arco iris iluminó mi corazón. Aún sigue ahí. Como una llama que arde en mí.
-¿Qué sientes tú por mí? ¿Un arco iris después de la lluvia? ¿O… acaso… ese arco iris se borró hace tiempo? Espero tu respuesta (...)
-Cuando no aceptas un no como respuesta, todavía habrá esperanza de obtener lo que quieres
-(...) Si alguna vez quieres volver, te cobraré lo mismo.
-Cuando nuestros caminos se cruzaban, pretendíamos no vernos (...)
– No recuerdo hace cuánto estoy en este tren. Empiezo a sentirme muy solo...
– (...) El amor es una cuestión de tiempo
– ¿Puedes decirme lo que sientes? (...)
– El amor es una cuestión de coordinación. De nada sirve encontrar a la persona adecuada muy pronto o muy tarde
-¿Me amas o no?
-Tengo miedo a tu respuesta (...)
-Ella me pregunta si puedo cambiar el final de la historia.
-Veremos qué se puede hacer.
-Tal vez un día escapes de tu pasado, si lo haces búscame.
-En el amor no puedes traer a un sustituto"
Diálogos sueltos de 2046
Wong Kar-wai

jueves, 16 de septiembre de 2010

Reflejos a medianoche

Esta noche, tu silueta se ha fundido de destellos mientras dormía. Te he visto reflejado en el cristal. Confundí el sonido de las gotas de la lluvia asomándose, con tus movimientos trepando hacia el último piso. Te encontraste la ventana abierta y entraste. Te colaste sin preguntar. Necesitabas cobijo, resguardarte para no mojarte. Yo, contemplarte. Empezaba a preocuparme la idea de que hubieras podido resultar herido en la eterna batalla sin ganadores ni vencedores. Hacía días que el cartero no llamaba a la puerta ni dejaba noticias en mi buzón. Impaciente, necesitaba saber que no te habían disparado. No, todavía no. Al momento contestaste. Y en ese instante, sólo en ese maldito instante, deseé que no sería mala idea que empezaras a habituarte a aquel horror y a ese olor a mugre de las víctimas que vais dejando por el camino y desaparecieras entre el batallón. Cogí la botella vacía de la mesilla e intenté introducir el papel con tu respuesta para que las olas te entregaran mi mensaje, pero mi mano tiembla al desnudar tu nombre. Lo descubriste a través de mis ojos. Agarraste mi mano con fuerza y apretaste la otra en mi costilla para que no volara con el aire. Mantuve los cinco dedos inmóviles. Cerramos los ojos, nos arrastramos y corrimos cogidos siguiendo la luz que nos guiaba hacia el destino que eligiéramos. “¿Dónde quieres ir?”-Gritabas- “A Praga, por ejemplo”-"Arropaté que refresca"-añadiste-. Sólo teníamos que saltar dos nubes, saludar a la luna, sonreír al sol y escalar dos estrellas, para encontrarnos en esa enorme plaza frente a la estatua de Franz Kafka.
Tú también la viste ¿Verdad? Porque.... ¿Eras tú? …. ¿O lo soñé?

viernes, 10 de septiembre de 2010

Eclipse solar

Abro la ventana sin esperar tu llegada. Viniste. Me oíste.