lunes, 19 de julio de 2010

Un día menos

Cuento los días que faltan para olvidarme del asfalto de esta ciudad. Los minutos son horas sin fin que aumentan los segundos del calor acumulado. No me soporto. Ya quedan 24 horas menos para despedirme de estas calles interminables. Necesito olvidarme de tus semáforos, de los pasos de cebra, de las prisas, del transporte que tanto he admirado… Necesito dejar de ser un muñeco programado por los horarios impuestos que se mueve al ritmo de las curvas de esta ciudad. Mis neuronas se consumen poco a poco sobre los 40 grados que marca el termómetro.
Un día etiquetado en la partida de nacimiento, me ha bastado para viajar al exterior y darme cuenta de que el mundo no se termina en este pequeño círculo. Duró poco. Me asusté y volví corriendo. Recibimos titulares diarios a través de las redes sociales pero no sabemos absolutamente nada. Me llamó cuando se enteró para compartir sus saltos de alegría. Ahora Martina está a punto de separase de su placenta. Parece que fue antes de ayer pero no, han pasado ocho meses. Y aquí estoy yo… intentando convencer a mis abuelas de que evolución no es sinónimo de reproducción. Las relaciones interpersonales han progresado y se han llevado los valores con la globalización. Preferimos convertirnos en hielo para no mojarnos y derretirnos. Al final, nos consumimos igual. Sólo varía el margen de error.
Sigue sorprendiéndome cómo aunque paseemos por nuestras mentes de vez en cuando, lo exaltemos sólo hoy porque así lo marca la agenda. A veces ni siquiera recordamos los momentos vividos, pero no importa, cuando salta la alarma informándonos de que ha llegado su día, año tras año, nos esforzamos en destacar lo inexistente. Creo que no se acordaba de mi cara porque me nombró con un “morenaza”… Si mi palidez es lo más parecido que vio a un muerto y no sabe que he tenido una insolación….. Cerré los ojos para verle y mostrarle mi piel blanca pero como le esperé, no llegó ¿Es posible olvidar lo que no tuvo lugar? A cambio encontré la sorpresa no buscada. “Ah! ¿Pero qué no estabas en mi portal improvisando una versión inventada de Parchís?”. Menos mal que lo mantuve en borradores. Todavía me rio haciendo retrospectiva. Soy más que un simple apellido o que una triste palabra usada en esas letras cuando se refiere a “nosotras”. Por eso salí corriendo gritando al inmencionable cuando vi su sombra reflejada por la ventana de ese sitio donde solemos encontrarnos. Justo antes de soplar la vela. “¿Os lo guardabais para el final verdad?”. Eso sí. Todo bien. Con decisión, sin miedo, sin temblores y hasta el día siguiente que viste la luz por el cristal y te asomaste.
Observar que el ecosistema está formado por nosotros -organismos vivos- que comparten hábitat, refuerza todavía más, lo infinito de aquí dentro.
Por si no me acuerdo mañana, gracias por todos los momentos que nos quedan por vivir.