domingo, 5 de junio de 2011

Combustiones resplandorosas

No te lo puedo explicar, yo tampoco lo entiendo. Llevaba años engañándome y defendiéndoles justificando sus actos atroces y premiándoles cada cuatro años en la llamada fiesta de la Democracia.

Entonces me quedé dormida.

Ese día llegó tarde al ensayo. Es raro porque suele ser bastante puntual pero se entretuvo escuchando el principio de nuestro despertar.
En el momento en que vi esas letras azules que resaltaban el marrón del viejo cartón reclamando justicia con letras que brillaban gritanto "Si no nos dejáis soñar no os dejaremos dormir", soñé.

Éramos miles las personas que decidimos tomar las calles aquella tarde denunciando la situación actual de engaño a la que estamos sometidos. Tu cabeza sobresalía del resto. Siempre fusite el más alto del colegio. Créeme que dudé, caundo ví que alzabas las manos en alto, de que era tu figura la que reclamaba justicia. Hasta ese día no te habían importado las desigualdades, los desahucios ni pisotear a tus vecinos. Era la primera vez que te veía con ganas de vivir. Esos gritos reclamaban años perdidos. Entonces supe que aquello no era un juego. Se trataba de una auténtica revolución. Los ciudanos, muchos de ellos hasta ese momento pasivos, pasaron a formar parte activa de la sociedad con más fuerza que nunca. "Nos tendrán que escuchar" -gritabas- "¿Cómo? Si te robaron las palabras, inmerso en tu silencio". Era tal tu emoción, que lograste contagiarme de ilusión. Y de esperanza, también. No lo perdimos todo en las urnas porque todavía estamos llenos de futuro. Ese domingo intercambiamos eslogans, pancartas y empezamos a ser ejemplo del mundo entero. El respeto y la alegría sobrepasó las calles e incluso se empezaba a respirar en los pasillos del metro con caras de viernes a pesar de que fuera lunes. Nuestro civismo no reconocía a nuestras personas y abríamos las puertas sin que el de atrás se estampara con o contra ellas. Pero no era suficiente, teníamos que expresar nuestra indiganación asentándonos en la plaza que recorríamos cuando volvíamos a casa. Quién nos iba a decir que, unos meses más tarde, acabaríamos durmiendo ahí en sacos de dormir. La civilización estaba tomando un nuevo rumbo. Desde el principio tuvimos claro a pesar de la heteroneigidad, que es lo que hace a los indignados especiales y fuertes, teníamos que ser ejemplo y referente. Es cierto que cuando nos despertamos a primera hora para seguir convirtiendo las ideas en acciones no pude contener mi risa al verte con la escoba recogiendo los restos de colillas y papels de la noche anterior pero, lejos de una imagen anti lujúrica, pensé, "algo está cambiando". Esa noche tu brazo, las piedras incrustadas en mi espalda y las sirenas de la policía advirtiéndonos de la llegada de los antidisturbios que provocan disturibios, poco pudimos dormir, pero el recuerdo al dia siguiente de un grupo de chicas llevándoles comida a esos hombres disfrazados ocultando sus identificaciones que horas antes habían intentado echarnos y aceptándola, nos despertó ¿Estarían también de nuestra parte? Aquella mañana yo te serví el desayuno mientras te quitabas la última legaña. ¡Resistiremos! - exclamaste- ¿Estabarías bajo los efectos del alcohol del mes pasado? -No. Imposible-Aquí no se bebe. Así no tendrán ningún pretexto para echarnos. Al día siguiente en la redacción todo permanecía igual, a pocos kilómetros se gestaba la revolución y ahí, como buenos informadores, todos permanecían inumenes a lo que estaba sucediendo. Fue el primer tema que propuse pero, por lo visto, en esa sala, era la única que sabía que algo muy grande estaba a punto de suceder. Menos mal que el resto de la plaza estaba organizando las primeras movilizaciones. De repente descubrí que tu móvil también estaba revolucionado y, sin alimentarlo de whisky, se pasó todo el día actualizándome de los últimos progresos. Ya de camino hacía la plaza cerebro de las operaciones, escribiste "tenemos casa" ¡Qué poco les ha costado ceder y aceptar una de nuestras primeras demandas... Me costó encontraros ante la multitud que ya se sumaba a nuestras demandas pero de repente "cierra los ojos" y ahí estábamos plantados en mitad de la Puerta del Sol con una tienda de campaña decorada con frases ingeniosas recogiendo indignaciones. "y con ventana para acercarnos a las estrellas" ¿Qué más se podía pedir? Esa noche pudimos dormir y volver a soñar. Al día siguiente los medios de comunicación se hicieron eco por fin de lo que estaba sucediendo y, como nos nutrimos las unos de los otros, no íbamos a ser menos. Ese día tenías que irte de viaje. Tú aprovecharías para dormir en un hotel y yo para ducharme. El campamento seguía en pie y cada vez llegaban más boys and girls scauts. Estábamos agotados y las ideas se agolpaban en nuestras cabezas pero la fuerza que se respiraba y las inquietudes que nos habían movido hasta ahí, seguían floreciendo ¡Cuida de nuestra casa, volveré en dos días! Éramos ya una gran familia. Hasta habíamos hecho buenas migas con el perro del vecino que no quería dejar sólo en su casa de ladrillo especulado. Yo que simpre había detestado a los perros... Eso sí que era una novedad... El movimiento cobraba más vida con las horas y la gran organización agilizó la creación de diversas comisiones para facilitar las acciones. Lo más importante era debatir, proponer y sumar nuestras manos para aprobar formas de actuación. Aunar nuestra energía sigue siendo fundamental para no quedarnos en el olvido y por eso nos hacemos perenmes en los barrios donde muchos ponemos cara por primera vez a nuestros vecinos.

Pasamos a ser "compañeros". Nunca antes se me hubiera ocurrido llamarnos así pero me pareció una buena opcción después de llevar meses siendo inventados en definiciones. Además, a partir de ahora cada vez que habláramos de personas utilizaríamos el femenino. Que seas el más alto no significa que entre nosotros no exista una jerarquía horizontal. Aquí no hay líderes, razas, clases, edades ni nacionalidades. No somos números, nos hemos convertido en letras que, conjugándolas, se convierten en consolidados significados. Y la fuerza hace la unión. Por eso, aunque no siempre estemos de acuerdo ni nos muevan los mismos intereses inmediatos, cada movimiento tiene que estar consennsuado en las asambleas porque, absolutamente todos los que estamos aquí , nos sentimos engañados e indignados con el despotismo del poder y tontos no somos. Eso lo estamos demostrando con nuestra voz, a veces entre lágrimas sin poder contener emociones, con un turno de palabra que te van otorgando los moderadores. Sí, es verdad que somos muchos y a veces los sueños se pueden confundir con cierta utopía pero puede ser escuchada sin gritos, sólo con gestos, como a menudo, nosotros. Hasta los mudos han recuperado su voz con  profesionales que les interpretan las propuestas para que puedan votar. Porque esto sí que es Democracia (en mayúsculas). Lo verdaderamente interesante y emocionante es que las palabras se convierten en acciones a través de diverosos grupos de trabajo cubriendo diferentes materias. Es aquí donde reside el futuro porque no nos van a callar, esta vez NO, por eso decisimos despertar.