viernes, 1 de octubre de 2010

La cuenta, por favor

100 horas sin respirar andando sobre arenas movedizas cruzando los límites entre la ficción y la realidad. Coincidimos cruzando la frontera entre el oasis, rodeado de cactus secos por la escasez de agua y los prados verdes, plagados de amapolas que envolvía la lluvia. Al anochecer, la luna llena nos reunió a todos bajo la misma cuadratura del círculo. No me puedo quitar de la cabeza a esa chica solitaria de mirada perdida, sentada en aquella piedra. No dejaba de asentir mientras pensaba con cara de desencajada. No movía ni un dedo, sólo la cabeza cada 4 segundos. Me recordaba a la chica cabizbaja de la estatua situada en esa calle ruidosa que ya dejamos atrás.
-No llegues tarde- le decía un chico. No sé de dónde salió pero llamaba la atención su intensa mirada que no aprovechaba observando únicamente sus pies hundidos por los granos de arena.
- Me retrasé, sí- susurraba ella-
-¿Qué esperabas?- le contestó mientras desaparecía entre la comitiva que le esperaba a unos 100 metros.
-Sólo 5 minutos- respondió haciendo uso de su instinto animal entre impulsos adolescentes indomables prendados de restos olvidados que volaron con el viento que nos envolvía al resto.
Me asusté. No la conocía pero parecía tan frágil…. Cuando me iba a acercar me hizo partícipe de su conversación -300 segundos, el mismo tiempo que tardé en encontrar vegetación en el desierto. Hola. Adiós. Hasta luego. No, nos vemos ahora, el mismo tiempo que tardé en saludar a los compatriotas. Cuando pisé su última huella marcada en la tierra, le vi dar patadas a los alambres que le impedían el paso-.
Se volvió a acercar. -Llegas tarde-repetía él despegándose de los brazos de ella que le envolvían. No entendía nada y aunque la buscara, no encontré la complicidad entre las miradas que nos rodeaban. Él la deseaba y sin embargo... se alejaba...
-LO SIENTO-. Su timbre de voz, temblaba.
Intenté separarme para no interferir en sus conversaciones pero antes de dar media vuelta, clave mis ojos en ella. Me vi reflejada en su iris y, sin despejar la mirada, no dude en darle voz a su conciencia: -Es fácil elegir la levedad para no asumir el peso de los actos-. Se enfureció. -¡Cállate! No entiendes nada. Lárgate-. -Lo peor de ser fantasma es que hay mucha competencia. No hay corazón, sin razón-. Me largué sin esperar contestación.
Estaba muerta de frío. El clima en el desierto es extremo. Los días son calurosos y las noches, heladas. Me fui a correr para sentir mis huesos, intentado no ahogarme. Despegaste y aterrizaste. Aquella historia me resultaba tan familiar…. Sus palabras no dejaban de perseguirme…. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.Le observé escondido detrás del algarrobo espiando el siguiente movimiento.
-¿Qué haces aquí?-
-Me mudé antes que tú ¿Recuerdas?-
-¿Cómo sabes quién soy? Te reseteé-
-¿Vienes?-
-No. Vuelvo-
-¿Otra vez?-
-No. Soy tu flashback-
-Ah… Entonces no dejes de asomarte a la ventana-
-¿Para ver el mismo cielo?-
-No. Las estrellas-
Salí andando, corrí, navegué, regresé en bici y cogí el avión. Cuando sonó el despertador, despegué….. Jueves. 09:45. 5 minutos remoloneando, sólo la tercera parte de un cuarto de hora. No puedo retrasarme. Me ducho. Me visto. Hoy, café en la estación.
La cuenta, por favor.
-Estás invitada-