sábado, 18 de junio de 2011

Eclipseándose

Podía fingir y mentir diciéndole que no lo sabía pero llevaban días anunciándolo en las noticias. Aunque era el tercero este mes y ya deberíamos acostumbrarnos, el de anoche sería el más intenso. Por eso era raro que el eclipse total les pillara desprevenidos. Tampoco junio. En el hemisferio sur, las estrellas, brillaban con más intensidad celebrándolo. Aunque compartan cielo, su sol es su luna. Me salgo de su cuerpo y observo la escena desde el otro lado del cristal. Ella se ahoga, imagino que no puede soportar este calor aunque el termómetro indique los 30 bajo cero. Su capacidad pulmonar desciende con el segundero de mi reloj al son de su ritmo cardiaco que, por los temblores, me hace pensar que aumenta cada vez más. Ella escucha atentamente mientras intenta reconstruir los instantes con imágenes. Hace el amago de gritar pero no puede. “He cambiado de sueño y tú, las realidades”, creo escucharla. Vuelve a aparecer el silencio, ella sigue “esperaste a que la tierra sobrevolara al sol y a la luna para que desapareciera la ciencia ficción. Yo amo lo sobrenatural y tú ahora eres real”. Ahora parece que gritan repitiéndose casi todas las palabras excepto las más importantes. Tantas escenas imaginándose ese final de instante y ahora le achaca su desastre. Entones lanza un grito seco.


El sudor invade el cuerpo blanco de la chica. No puede reprimirlo sin palabras. Esas palabras ajenas me acercan todavía más a ti. Salto al otro lado del cristal y recupero mi cuerpo. La entiendo y tengo ganas de abrazarla. Yo también olvido mi voz en determinados momentos del día y en el hemisferio sur pocas personas hablan mi idioma. Sólo desafino.